Frank Sauerbaum
Diputado por Ñuble
Reforma al sistema Político Urgente
La reforma electoral de 2015 instauró un sistema proporcional que multiplicó la presencia de partidos políticos en el Congreso, generando una dinámica fragmentaria que ha deteriorado la gobernabilidad. A su vez, dicha reforma redujo significativamente los requisitos para la constitución de partidos políticos, aspecto que también ha facilitado la proliferación de éstos.
Junto a aquello, el actual sistema de financiamiento público, aprobado con posterioridad a la reforma electoral y que entrega aportes permanentes a partidos y campañas, ha generado incentivos económicos que distorsionan la competencia y fortalecen la emergencia de proyectos con escasa adhesión ciudadana. Cualquier discusión sobre umbrales o disciplina partidaria debería también incorporar una evaluación crítica del rol que está jugando el financiamiento estatal en la atomización del sistema político.
Durante la última semana eran ya 300 los ciudadanos independientes inscritos en la plataforma del Servicio Electoral con el objetivo de ser candidatos a la Presidencia de la República. Para lograr estar en la papeleta cada uno debe recolectar la suma de 35 mil patrocinios, equivalentes al 0,5% de los electores que sufragaron en la última elección de diputados. Los patrocinios se realizan en línea, bastando únicamente ingresar con la clave única del elector. Esta dinámica ha sido objeto de múltiples comentarios y análisis.
Mientras algunos lo circunscriben únicamente al plano anecdótico, considero que se trata de un síntoma preocupante que podría ser una expresión diferente de la fragmentación presente en nuestro sistema político provocada por un sistema proporcional y las modificaciones a las normas de financiamiento electoral que consagraron un sistema de aportes público a la actividad política, con recursos para el financiamiento de campañas, pero también financiamiento permanente a los partidos políticos.
No solo se redujo el umbral de votos necesarios para alcanzar un escaño, sino que también al reducir el número de patrocinios necesarios para constituir partidos políticos, sumado a los incentivos económicos asociados a la formación de partidos o el inicio de candidaturas, están siendo un factor acelerante en esta tendencia fragmentaria que está debilitando nuestra gobernabilidad y la calidad de la actividad política.
El creciente interés ciudadano por estar en la papeleta presidencial y por conformar nuevos partidos políticos, como lo muestran las cifras de más de 20 partidos en el Congreso, 23 partidos legalmente constituidos y 5 más en formación, podría estar reflejando no sólo un interés por representar idearios, sino más bien, la búsqueda de acceso a los beneficios de exposición pública, de construcción de carreras políticas e incluso de acceso a financiamiento estatal que muchas veces no se condice con el real impacto en adhesión ciudadana que estos “emprendimientos políticos” generan.
De este modo, en la actualidad se discuten en nuestro Congreso Nacional reformas a nuestro sistema electoral, tales como la posibilidad de establecer un umbral, sanciones al discolaje y falta de disciplina interna, sin embargo, para diseñar un buen sistema político, todas las piezas que lo componen deben calzar. Es por ello que el factor financiamiento no puede quedar ajeno a esta discusión y, por ende, debe ser parte del debate.
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