Frank Sauerbaum
Diputado por Ñuble
Muerte de Mascotas y empatía emocional
La reciente propuesta de ley que otorga un día libre por la muerte de una mascota que se votara esta semana en la Cámara de Diputados, ha generado un amplio debate en la opinión pública.
Algunos la consideran un avance en empatía y bienestar emocional, mientras otros la ven como una exageración en un país donde aún existen carencias laborales y sociales. Sin embargo, más allá de las posiciones encontradas, lo cierto es que este proyecto toca una fibra profundamente humana: el vínculo afectivo entre las personas y los animales que comparten su vida.
Durante las últimas décadas, las mascotas han dejado de ser vistas solo como “animales domésticos” para convertirse en verdaderos miembros del hogar.
En Chile, cerca del 80% de los hogares declara tener al menos una mascota, y millones de personas desarrollan con ellas lazos de apego, compañía y cuidado similares a los de cualquier relación familiar. La ciencia respalda esta conexión: diversos estudios han demostrado que los animales contribuyen al bienestar psicológico, reducen la ansiedad y fomentan rutinas saludables.
Por lo tanto, su pérdida puede generar un duelo real, con síntomas comparables a los de la muerte de un ser querido. La propuesta legislativa busca precisamente reconocer ese dolor.
El texto permitiría al trabajador contar con un día de permiso laboral por el fallecimiento de su mascota inscrita en el Registro Nacional, sin descuento de remuneración. El día de permiso deberá ser compensado de acuerdo con el empleador y la mascota debe estar debidamente en un registro que se creara para dicho efecto. Más allá del gesto, la medida apunta a un cambio cultural: reconocer que el bienestar emocional de las personas también depende de cómo la sociedad valida sus vínculos afectivos.
Así como existen permisos por fallecimiento de familiares cercanos, este día libre busca ofrecer un espacio para procesar una pérdida significativa y evitar que las personas deban enfrentar el trabajo en medio del dolor. Sus detractores argumentan que este tipo de permisos podría abrir la puerta a abusos o que la ley laboral no debe extenderse a vínculos “no humanos”. No obstante, esa mirada desconoce el cambio de paradigma que ha transformado la relación entre humanos y animales.
Hoy, el bienestar animal está incorporado en políticas públicas, en el Código Penal y en la educación. La idea de que un trabajador necesite tiempo para elaborar la muerte de su mascota no es una frivolidad, sino una consecuencia natural de una sociedad que avanza hacia la empatía y la comprensión emocional. Por supuesto, este debate no debe eclipsar otras urgencias laborales, como el salario mínimo, la seguridad social o las condiciones de empleo. Pero tampoco deben ser excluyentes.
Las leyes no solo regulan derechos económicos, también reflejan valores colectivos. Una nación que es capaz de reconocer la importancia del duelo por una mascota demuestra sensibilidad, respeto y madurez social. El desafío estará en equilibrar la humanidad de la norma con su correcta aplicación. Si se implementa de manera responsable, este permiso podría convertirse en un precedente valioso: un recordatorio de que la salud mental también se construye en los pequeños gestos de comprensión.
En un mundo laboral cada vez más exigente y despersonalizado, dar un día para despedir a quien nos acompañó incondicionalmente no parece un exceso, sino un acto de justicia emocional.
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