Qué pollo estamos comiendo: locatarios y autoridades denuncian lavado con cloro y descomposición en distintos puntos de venta
Qué pollo estamos comiendo: locatarios y autoridades denuncian lavado con cloro y descomposición en distintos puntos de venta
Hace unos días se denunció que un supermercado de Romeral sumergía los pollos en baldes de cloro antes de venderlos. The Clinic recorrió el Matadero Franklin y la Vega Central para ver el estado en el que se vende la carne de ave. En ellos, distintos locatarios denunciaron que la práctica del lavado con cloro es habitual en algunos locales comerciales. La Seremi de Salud Metropolitana no ha recibido denuncias al respecto aún, porque "el chileno no denuncia cuando tiene enfermedades gastrointestinales, porque le da vergüenza", según Alejandra Hernández, jefa del Departamento de Acción Sanitaria. Lo que sí ha recibido la Seremi son denuncias por la venta de pollo pintado con tastrazina en la calle. La venta irregular sigue vigente. Además, el marinado que hacen algunos supermercados también acelera el tiempo de descomposición de la carne.
El Matadero de Franklin es como un laberinto de largas vitrinas de vidrio que sostienen cientos de pechugas de pollo, apiladas una sobre la otra, como si de ladrillos se tratara. Es mediodía de un martes 30 de abril y la mercadería aún desborda los locales. Ha sido un día difícil para el comercio, igual que el resto de los días desde que empezó el año porque, según los locatarios, “la gente ya no compra carne como antes”. Hay tan pocos clientes que, incluso, uno de ellos tiene tiempo de distraerse y conversar:
—¿Vio la noticia de que en un supermercado de Romeral lavaban los pollos con cloro para después venderlos?, le pregunto.
Sí, sí la vi—responde con una risa resignada— Pero eso lo hacen todos aquí—Yo creo que no tienen de otra, nomás. Los meten un ratito en cloro en las bodegas de cada local. Es ese mismo cloro que uno usa para limpiar las mesas. Después lo venden. Yo, si vendiera pollo, no lo haría… Esta carne la comen los niños igual…—, continúa.
Por el borde de la calle Franklin, está Andrea Díaz (40), encargada del negocio “Carnes El Pato”. Han estado en Franklin desde hace 60 años y ella, además de ser veterinaria y exfuncionaria del SAG, es la cuarta generación de dueños del local. “Lamentablemente, el Mercado Franklin está muy estigmatizado por ese tipo de casos. Pero no son la mayoría”, dice.
Asegura saber que quienes lo hacen, son arrendatarios de los locales que llegan por un tiempo determinado. “La gente compra mercadería congelada en grandes cantidades y no la almacena, porque no tienen una cadena de frío. Por eso, se les echa a perder el pollo y lo lavan con cloro para sacarle el olor”, explica, y agrega que pasa sobre todo en fechas como el 18 de septiembre y Navidad.
¿Cómo reconocer si el pollo que ha sido lavado con cloro? El olor y la falta de brillo en la superficie son las claves que entrega la veterinaria. “El pollo, cuando es fresco, no tiene que tener ningún tipo de olor. Cuando la gente lo lava con cloro, independiente de que lo enjuague con agua, al ratito después la carne se empieza a secar y a perder su consistencia. Otra característica principal es que el pollo, como todo tipo de carne cuando está fresca, tiene un color rosado y blanquito, con brillo. Cuando está empezando a descomponerse, el color se pone opaco, porque va perdiendo el agua”.
Ahora, si está naranjo o amarillo, es otro tema.
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