Caso Monsalve: Cómo la Fiscalía cerró el cerco sobre el subsecretario más poderoso de Boric

Caso Monsalve: Cómo la Fiscalía cerró el cerco sobre el subsecretario más poderoso de Boric

Un mes exacto tardaron los fiscales Xavier Armendáriz y Francisco Jacir en reunir las pruebas suficientes para acusar al exsubsecretario de Interior Manuel Monsalve de ser el autor de los delitos de violación y abuso sexual en contra de una asesora y subordinada de 32 años, hechos que habrían sido perpetrados en la noche del 22 al 23 de septiembre pasado y que recién comienzan a develarse, acentuando una de las mayores crisis políticas del gobierno de Gabriel Boric.

En lo que ha sido calificada como una acción inesperada, el miércoles 13 de noviembre en la noche, el fiscal jefe de la Fiscalía Centro Norte, Xavier Armendáriz, solicitó a la jueza Isabel Correa, del Séptimo Juzgado de Garantía, que emitiera una orden verbal de detención en contra de Monsalve, tras llegar al convencimiento de que el exsubsecretario era el autor de los hechos que estaban investigando y que tenían los antecedentes suficientes para acreditarlo.

En cosa de horas, funcionarios de la PDI llegaron hasta el departamento de Monsalve en el sector de Agua Santa, en Viña del Mar, donde fue aprehendido y esposado pasadas las 11 horas del jueves 14. El hecho dejó descolocada a la defensa del exsubsecretario. Sólo tres días antes, el lunes 11, los abogados María Inés Horvitz, Cristián Arias y Linio Disi, quienes tienen a su cargo la defensa legal de Monsalve, se habían reunido con el fiscal Jacir para ver la forma en que la Fiscalía iba a proceder. Aunque no se selló un acuerdo, el equipo a cargo de la defensa salió convencido de que aún tenían tiempo. Contaban con que los persecutores recién pedirían el viernes ante el juzgado de garantía una fecha para la formalización de cargos. Por lo mismo, señalan cercanos al exsubsecretario, la defensa reiteró la disposición de Monsalve para comparecer cuando fuera requerido.

No ocurrió así. La imagen de quien fuera calificado como uno de los subsecretarios más poderosos de la administración Boric y uno de los principales responsables de la lucha contra la delincuencia saliendo de su departamento esposado rumbo a un cuartel de la PDI en la comuna de Ñuñoa -donde permanece recluido transitoriamente a la espera de que este martes concluya la formalización-, dio la vuelta al mundo y volvió a remecer a La Moneda. “En Chile, nadie está por sobre la ley”, fue la escueta reacción del Presidente Boric a través de su cuenta en X.

El cerco alrededor de Monsalve, que la Fiscalía había comenzado a construir sólo un mes antes, se había cerrado.

Fue en la tarde del 14 de octubre que el fiscal Armendáriz se enteró a través de uno de sus asesores en la Fiscalía Regional Centro Norte de que una joven había presentado ante funcionarios de la Brigada de Delitos Sexuales de la PDI una denuncia por violación y abuso sexual en contra de Monsalve.

De inmediato llamó a Cecilia Frei, jefa de la Unidad de Víctimas y Testigos de la misma Fiscalía, y le pidió que contactara a la denunciante y la persuadiera de ir al Servicio Médico Legal a constatar lesiones. Se trataba de una acción urgente, debido al tiempo transcurrido desde la supuesta violación. A diferencia de casos de abusos de menores, en que las lesiones físicas suelen permanecer más tiempo, en una mujer adulta es más difícil obtener pruebas si es que han pasado muchos días.

Para sorpresa de los persecutores, la víctima había guardado intacta la ropa que había usado el 22 y 23 de septiembre, la que aún tenía restos biológicos que podían ser sometidos a peritajes.

Ese mismo lunes 14 de octubre, a eso de las 19.20 horas, la denunciante entregó un extenso testimonio al abogado especializado en delitos sexuales de la Fiscalía Centro Norte, Marcelo Borbarán, en el que relató desde el momento en que llegó a trabajar al gobierno en junio de 2023 y en especial los hechos ocurridos en septiembre, luego de cenar y beber en el restaurante Ají Seco Místico de la calle McIver, donde ella terminó perdiendo la conciencia.

“No recuerdo cómo salí del lugar. No recuerdo cómo llegué a su hotel, porque desperté en su hotel. No recuerdo absolutamente nada. Nunca en mi vida me había pasado algo así. El primer recuerdo que tengo en la mañana es que todavía estaba oscuro y no sabía la hora. Yo me sentía mareada y con mucho dolor de cabeza. Estaba aún medio inconsciente (...) Posterior a eso, desperté consciente, no sé bien la hora. Mi celular estaba apagado, porque no tenía batería, y me di cuenta de que estaba sin ropa. Estaba solo con un chaleco que era sin mangas”, dijo la víctima en su relato a la Fiscalía, el mismo que reiteró durante los peritajes en el SML y ante el sicólogo y el siquiatra que la han atendido.

También da cuenta de un segundo hecho de connotación sexual que habría ocurrido esa mañana, mientras aún estaba en la pieza del hotel Panamericano, donde residía Monsalve, y de las conversaciones posteriores que tuvo con quien fuera su jefe, a quien le dejó en claro que no hubo consentimiento de parte de ella.

No sólo eso. La joven entregó, además, pantallazos a los chats de mensajes que intercambió con Monsalve en los días previos y posteriores a la supuesta violación y que dan cuenta de un inusual acercamiento a ella de quien era su jefe directo.

Para Armendáriz se trataba a todas luces de un caso complejo, dada la investidura del denunciado. Por lo mismo, llamó a uno de sus colaboradores más cercanos, el fiscal Francisco Jacir, con quien ya había trabajado en otro caso “difícil”, como fue el llamado caso Bombas, para que lo ayudara en la investigación.

Uno de los primeros pasos que ambos dieron fue despejar la existencia de una eventual relación más allá de lo laboral entre Monsalve y la denunciante. Lo que fue descartado de plano al analizar los mensajes de chat que ella entregó.

El paso siguiente sería más delicado. Conseguir una orden de allanamiento para entrar y registrar la habitación 719 del Hotel Panamericano, que utilizaba Monsalve y donde habrían ocurrido los hechos, que les permitiera, además, incautar los teléfonos del entonces subsecretario de Interior.

Jacir se comunicó con el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago y por turno le correspondió responder al juez Daniel Urrutia. Tras escuchar una explicación general del caso, el martes 15 de octubre el magistrado le entregó la orden. Sigilosamente, Armendáriz, Jacir y un grupo de detectives se trasladaron al lugar. Tenían claro que debían actuar con la mayor celeridad. Poco antes, detectives de la Brisexme, siguiendo órdenes de la Fiscalía, habían estado examinando los videos de las cámaras de seguridad del hotel. Pero no habían sido los primeros. Personal del hotel les contó a los detectives que días antes “otros PDI” habían hecho lo mismo. Fue entonces que se dieron cuenta de que Monsalve se les había adelantado, lo que encendió las alarmas de la Fiscalía ante el temor de que pudiera haber intentado ocultar o manipular pruebas. En total, la PDI revisó las imágenes de más de 170 cámaras. Algunas de esas imágenes ahora constituyen -para la Fiscalía- pruebas incriminatorias en contra de Monsalve, pues ratifican la versión de la joven denunciante de que esa noche ella estaba incapacitada físicamente para consentir una relación sexual. Las mismas imágenes dan cuenta de que el exsubsecretario estaba bien y sujetaba de la cintura y un brazo a la víctima.

A la misma hora que se daba inicio a la diligencia en el hotel, Monsalve estaba en La Moneda hablando con el Presidente Boric sobre lo ocurrido la noche del 22 al 23 de septiembre. La versión de Monsalve, señalan fuentes de La Moneda, es que temía haber sido drogado, porque no recordaba lo ocurrido, y que existía un riesgo de seguridad, pues podía ser objeto de una extorsión.

Los fiscales, por intermedio de la PDI, pidieron al Ministerio del Interior que Monsalve fuera de inmediato para cumplir con la diligencia que se estaba realizando. Una vez allá, Monsalve no sólo entregó su celular, también aceptó voluntariamente entregar una muestra de ADN. Es más, también declaró que “no se acordaba de nada”.

Tres días después, Armendáriz y Jacir obtendrían un nuevo avance en el cerco sobre Monsalve. El 18 de octubre pasado, poco después de la extensa y cuestionada conferencia de prensa que dio el Presidente Boric en Lampa, funcionarios de la PDI interrogaron en dependencias de la Brigada de Delitos Sexuales de la policía civil a algunos de los funcionarios de la Subsecretaría de Interior a los que la víctima había relatado el martes 24 de septiembre lo que había sucedido el día anterior.

Entre los funcionarios interrogados por los detectives de la PDI esa jornada figuraba Ricardo Lillo. El joven cientista político y militante del FA trabajaba estrechamente junto a la denunciante. El relato que aportó a los detectives fue fundamental para ratificar el testimonio de la víctima.

Según ese testimonio, el martes 24 de septiembre vio a su compañera de trabajo muy afectada. Cuando le preguntó qué le sucedía, ella le dice que no pueden hablar ahí. Ambos bajan a la Plaza de la Constitución. Sólo entonces ella se atreve a contarle lo que estaba pasando. Era un relato confuso, les dice Lillo a los policías, contaba cosas que habían ocurrido y de las cuales tenía plena conciencia con otras de las que no tenía recuerdos claros. “Era evidente que tenía muchos sentimientos encontrados. Era como si lanzara piezas de un rompecabezas que al principio estaban inconexas. Decía: ‘Me pasó algo horrible… Desperté y estaba él. Al principio costaba entender qué es lo que estaba contando, después se iba armando un cuadro más completo y escabroso de lo sucedido”, les dijo a los policías.

De acuerdo con el testimonio que aportó a los polícías de la Brisexme, Lillo le dijo a su compañera de trabajo que “tenía que hacer algo” y la instó a denunciar e ir al SML a constatar la violación.

Pero serían el taxista que llevó la noche del 23 de septiembre a Monsalve y el personal del Hotel Panamericano que los vio entrar quienes terminarían por confirmar la versión de la joven víctima.

Llegar al conductor no fue fácil, debieron rastrear las cámaras de seguridad públicas y privadas en varios lugares del centro de Santiago. Monsalve y su acompañante abordaron el taxi frente al número 22 de la calle San Francisco, eso es a varias cuadras de distancia del restaurante peruano donde se habían encontrado esa noche.

El relato del taxista a la Fiscalía fue concordante con el de la víctima. Apenas se estacionó en el lado derecho de la calzada, testificó, la mujer se abalanzó e intentó meterse por la ventana del vehículo y de inmediato le pidió auxilio. “La chica me pidió ayuda y me dijo que no se quería ir con el sujeto con el que estaba”, sostuvo el taxista.

Monsalve, recuerda, se sentó en el asiento trasero. Le indicó que se dirigieran al domicilio de la joven. Fue en ese trayecto cuando pudo percatarse del mal estado en que se encontraba la mujer. Vomitó varias veces.

Por esa molestia, Monsalve le pagó 20 mil pesos, cuando el taxímetro marcaba sólo $ 3.500. Por un segundo trayecto hasta el hotel, pagaría otros $20.000 más.

El taxista, cuyas iniciales son F.A.P., relató que estaba preocupado por la joven, quien mencionó en más de una ocasión que “no quería estar a solas con él” (refiriéndose al hombre mayor que la acompañaba y a quien el taxista no reconoció en esos momentos como el subsecretario Manuel Monsalve).

Al entrar en el Hotel Panamericano, al personal que estaba en la recepción le llamó la atención el evidente estado de ebriedad de la joven mujer. A la Fiscalía relataron que Monsalve la sostenía de la cintura y de un brazo para que no se cayera. Él estaba en buenas condiciones, incluso, según el testimonio que aportaron, Monsalve volvió a bajar para pedir una tarjeta nueva para abrir la puerta de su habitación.

Para Armendáriz y Jacir el cuadro estaba completo. Había llegado la hora de cerrar el cerco. El miércoles, en una inesperada maniobra, obtuvieron la orden verbal para la detención de Monsalve, el paso previo para pedir su formalización.

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